Estamos en la cumbre de un país, la tierra que nos contaron nos da mas de lo que aportamos y nosotros con los dientes blancos y sonrisas de los 80 nos lo creímos, comenzamos nuestro camino en una carretera vimos las luces que nos mentían entre promesas de prosperidad, éxitos sin parangón y una vida que la democracia nos pinto de rosa brillante, el rojo de los triunfadores. Nos llamaron en alguna revista de tirada nacional "los cachorros de la democracia" necesitábamos creerlo y confiados en la tabula rasa de nuestra recién estrenada mayoría de edad lo asumimos con fe ciega, más adelante cuando los cimientos en arena estaban realizados alguien más realista nos catalogo como la generación del desencanto, ahora treinta años después esa afirmación visionaria se hace real en nuestra vida.
Pocos sobrevivieron al desempleo, a la reconquista de los hermanos de más allá de las fronteras, como decían nuestros mayores -de fuera vendrán que de tu casa te echaran-.
(continuará)
