miércoles, 12 de octubre de 2016

Y TU QUE ME DAS?


Cuando todo es un contrato comercial y las palabras suenan como si estuvieras en una junta de accionistas, como si asi es todo queremos que sobrevivan los seres humanos a nada.
 El amos suena a un debe y haber en una balance barato, porque ni siquiera sabemos en que se van los dividendos, cuando estemos al lado del mismo amor con mayusculas seguiremos preguntando a cuanto ascienden los beneficios y preguntaremos amorosos ¿y tu que me das?.
    Nos enseñaron a la generación que ocupaba los pupitres de mi antiguo colegio que se da sin esperar y que si asi lo hacias asi lo obtendrias pero salimos a la jungla de asfalto no se cumple la máxima, los amantes hacen cartillas de banco que ojean cuan económistas a punto de jugar en bolsas orientales, mientras tanto faltan los besos, abrazos y te quieros, nunca se me han dado bien las matemáticas, los calculos frios en el año de la misericodia los feligreses de rodilla negras y sotana invisible se olvidan de lo obvio, nadie les expulsa del templo mientras cuidan sus euros haber que pobre infeliz les debe mas y a que precio.
    He perdonado las deudas a todos mis semejantes porque la misericrdia empieza en las manos que te llevan, en las que te sostienen, no las que te han soltado en augeros negros de los cuales no supiste como salir, pagare todo lo que debo y cuando ya no queden ni los harapos que sostinen las pústulas sangrantes de jirones absurdos, entonces quiza ya la soledad nos inicie en la aceptación de la muerte, porque ella es la que nos hace fusticia, espero ver un dios radiante al otro lado de las nubes que cuando acceda a su cas no me diga ¿Y tu que me das?
   Solo el el amor vale la pena, vemos a los queno tiene nada de lejos como una bruma gris, y pensamos si les doy ya he cumplido pero que ocurre cuando tu vecino tiene hambre que le dos un pescado y le obligo a devolverme tres, con la excusa de que se me acaba la pesca.


continuara.

lunes, 3 de octubre de 2016

CUANTO CUESTA LA VIDA DE UN ANCIANO

El precio del tiempo en cualquier mortal es devastador, bien ha sido un gran triunfador o bien fuese un pobre de solemnidad. Ya no es la muerte quien nos iguala. Nos pone en nuestro sitio la edad, los años, la esperanza de vida se convierte en nuestra época en la tabla rasa justa que nos convierte en iguales, porque ya no hay vuelta atras, y lo que hay delante supone llevar la cruz a cuestas y ser capaces de tener la dignidad intacta y la conciencia tranquila.

El ser venerable con los ojos opacos de tantas miradas perdidas en el pasado, con tanta sabiduría de calle, de años, de despachos exitosos, de hijos criados a fuerza de desilusiones, de sacrificios, de viajes no realizados, de rosas que nunca fueron porque se necesitaban para dar un nombre al hijo que estudiaba leyes o a la hija que se quería licenciar en económicas, esos paisajes que no se pisaron porque los hijos más necesitados requerían los euros para costosos tratamientos, para que pudiesen tener la posibilidad de vivir en una sociedad en cambio constante.

Ese hombre, esa mujer con las espaldas cargadas, las piernas casi inmóviles, con tantas batallas que un cerebro saturado de información  ha relegado al olvido, con tanto placer que ahora no puede digerir en sus manos venosas la materialización de un mundo que no entiende de ternura.

Esos seres tan anónimos incluso para sus más cercanos, no solemos entender sus impertinencias, ante un universo de decadencia deciden que sus labios opinaran sin miedo porque quizá en la próxima estación ya no serán, ya pasarán a formar parte de los olvidados en los cementerios, es por eso que sentencian sin tapujos y no quieren dejar de estar en el lugar que fue su palacio, aunque no tenga ascensor, ni jardín, ni grandes lujos, abrazados a unas fotos amarillentas, reconfortando el alma con un cuadro de playas ancestrales con niños rubios, con esposos y esposas de porte majestuoso.

 Rememoran lo que debieron haber realizado de otra manera, las ausencias que cada vez estan más cerca. Esa o ese hijo tan lejano, esa amante que dio todo y no recibió recompensa. Los hermanos perdidos.
Pesa la conciencia, y el pragmatismo de los hijos-as que se unieron a amores que ahora calculadora en mano, suman y restan cual es el precio de la vida de los ascendientes.




continuara